LA TORMENTA
…Hoy llueve torrencialmente con un
sonido repiqueteante y ráfagas de viento azotan tanto a campo como a ciudad.
Es
un sonido conocido pero amenazante aunque si te paras a su ritmo y acompasas tu
respiración a él, es como si tu fueras
él y el fuera tú.
Su
fuerza te conmueve te energetiza, a veces parece que te va a estampar contra
las cosas: árboles, montañas, paisajes… Otras te mece y te susurra mensajes
velados de misterio… es el alma… la esencia de
las cosas que no pueden esconderse a su fuerza… a su destino.
Por
el cielo nubes correderas que no pueden parar a su paso ennegrecidas por el
peso del agua que se escapa de sus ubres como si de cascadas se tratase.
Después el viento las empuja y bajan a tierra formando enormes senderos de agua
difíciles de atravesar…
Es
la Naturaleza desatada que me hipnotiza con su fuerza y no puedo dejar de
escuchar y mirar.
Es
ese vaivén hipnótico de su fuerza la que me lleva a mi interior, buscando una
fuerza cercana, más dulce y serena que me permita equilibrar mis emociones
desatadas.
Ese
interior es amable, conocido, caliente... Y al contraste evoca múltiples
sensaciones…
Una
chimenea arde, alimenta su fuego unos leños ennegrecidos por las llamas… unas
llamas estertóreas, coloridas, sofocantes que añaden a la estancia interior un
aura rojizo y parpadeante.
Con
el fuego también se forman las sombras, esas sombras ligeras que quieres
reconocer y no puedes… a veces crees poder velar su misterio pero otras escapan
a tu dominio como perro sin amo.
Inconscientes
y confusas las sombras siguen pululando como almas descarriadas, huyen de la
luz y se meten por los recovecos oscuros del sentir y allí se hacen las dueñas
del territorio.
Animando
mi ilusión las grito:
-¿Por qué no tenéis el coraje de salir a la luz y
haceros transparentes?
-¿Qué
es lo que os atenaza?
-¿Qué
misterio guardáis?
-Sólo
sois restos atávicos malolientes, cadáveres que no tienen alma…
-¡Salid
a la luz de la llama! O sed más osadas aún, - ¡volcaros en la tormenta exterior
y que esta lluvia exterior os lave la cara!
-¡Corred
por los ríos de agua y dejar de estar tapadas!
-¡Arrojaos
al ímpetu natural que arrecia por este paraje!
-¡Sed
parte de este vendaval que nos cobija!
-¡Uníos
al viento y osar peinar el follaje perenne que nos habita!
Y
lentamente siento como una sinfonía interior y una honda frecuencia musical surge del pecho que quiere unirse al
espectáculo escatológico exterior… es como si la tormenta intuyera la evasión y
el viento… el sonido del viento y la lluvia elevaran a catarsis los oscuros
elementos.
Un arco iris triunfante alberga a las sombras
que huyen como liebres brillantes y fugaces internándose en la luz.
MARIA TAU