EL PAISAJE… ESE SER VIVO
(Conmemorando el día del Planeta)
Colocamos el paisaje como elemento motor de la observación,
entorno que nos acompaña que nos acoge, ser vivo al que cuidar y proteger,
favorecedor para que se dé la vida en nuestro Planeta.
Interiorizando en él encontramos sus
dos mitades, una concreta, viva y otra virtual, imaginaria. Aún podría existir
una tercera también viva, oculta que crece fuera de la vista , que se sumerge
en sus raíces. Ésta se profundiza y forma un misterio en su ser, más nos llama
de alguna manera a comprender la intimidad real que identificamos con el
interiorismo, las raíces, los ecos, las sombras, el otro lado…
Comenzando con la primera parte la
concreta y visual, mezcla de la belleza, el cromatismo que depende de la luz
obviamente, también del estado anímico y de la sensibilidad del observador; las formas que lo habitan,
así como los diferentes seres vivos que lo pueblan, sus estatus, sus hábitats,
sus elementos físicos, mares, ríos, océanos, bosques, llanuras, etc., y su
disposición que permanece o muta según varíen sus estructuras, el clima que lo
favorece o perjudica. Etc.,
La segunda mitad, la virtual, es el
espejo en el que se mira la primera y que solo existe en los reflejos,
memorias, recuerdos, fotografías mentales que nos han llevado a idealizar o a
desprestigiar el mismo. Es un paisaje totalmente subjetivo que vamos formando a
lo largo de nuestra vida tanto si lo vamos frecuentando… entonces le añadimos
sentimientos y emociones… como si lo visitamos por una sola vez y es víctima de
la sorpresa, o del desencanto, la
búsqueda de la belleza,… de la ansiada felicidad.
A veces el paisaje es confundido por
su reflejo en unas aguas serenas y límpidas, en un charco de lluvia, en el
brillo de una calzada, es identificado y a veces comparado con su forma casi
real, ganando en una competición fotográfica.
Otras veces es copiado o
representado por insignes artistas tanto de la fotografía como de la pintura,
promocionándose y haciéndose famoso por llevar nombre de autor.
También puede formar parte de
nuestro mundo onírico, de nuestra fantasía y aparecer misterioso y ajeno a su
forma como solo es concebido por su soñador o pensador y que no tiene nada que
ver, e incluso permanecer ajeno a su parte real existente.
Este es un mundo de
sombras para el hombre porque no tiene acceso visual espontáneo, no es un mundo
aparte sino es un mundo prolongado del anterior concreto y que se perjudica o
favorece del mismo, ya que está
simbiotizado y no existiría una mitad sin la otra.
Cuando penetro como observador en mi paisaje… remodelo su
estructura y adapto su forma… el sentimiento no sabe de partes… quien conceptúa, clasifica, define, ordena y desordena, coloca al norte o
al sur, es decir orienta o desorienta… es mi mente.
El
sentimiento parte del caos emocional que libera todos los elementos yuxtapuestos
y hace sentir, ilusionar, retorcer, amalgamar las diferentes emociones que
saltan de la chispa visual y recorren el espacio vital del espectador por los
infinitos hilos de que se vale su percepción, alimentada por las sustancias
químicas que ordenan su materia y van sumergiendo al sujeto en una visión
escatológica que confunde y mezcla lo concreto, lo abstracto, lo onírico, lo misterioso, lo cromático y cual
matraz alquímico , lo amalgama, lo
unifica, lo cristaliza y lo envuelve y cambia su estilismo…
Después contamos con
otro recurso que el observador de nuestro paisaje tiene, su memoria en el tiempo… en su extasiada contemplación brotan de su
interior elementos que inventa o añade por asociación y así fabula y reordena
lo concreto y lo vuelve a visualizar con una pátina atemporal que inmortaliza
los elementos impresos revitalizados y con edición propia, personal…
De este modo, combinando las diferentes acepciones de nuestro
paisaje, sus variadas partes, y según
que el observador lo mire o lo vea, lo inmortalice o lo destruya con su mera
observación, variará de una forma u otra según el cristal que refleje el
color de su visión…
MARÍA TAU
muy hermosa explicación, del tema expuesto. me gusta para compartirlo.
ResponderEliminarGracias Néstor. Saluditos
EliminarLa mirada... sobre todo la mirada interior. Eso que nos hace detenernos en lo autentico... por que hay días en los que el paisaje no se alcanza a ver por las fuertes tormentas que nos invaden el alma.
ResponderEliminarGracias por compartirnos un texto tan reflexivo y bien escrito.
Un beso...
Reme.
Es verdad, estimada María.Sentado en la costanera, te leo , y una noche de estrellas, que se duplican en el sereno mar, pienso, y te comparto, mi sentimiento como si estuvieras a mi lado, Es tan vasto este paisaje, la profundidad del tiempo, que solo,soy y nada más ..que un punto de interrogación. Gracias .muy esquisito
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa verdad es que a veces nos mimetizamos tanto con la vida que como tú dices tendemos a desaparecer!! Aunque siempre nos ofrece un gran espectáculo antes!! Un abrazo amigo Jose.
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